La disputa por el poder y el control social en su conjunto es algo que viene desde hace muchos miles de años. Los conflictos bélicos de cualquier naturaleza en todo el mundo han sido originados principalmente por esta lucha constante entre seres humanos. La división del mundo, como lo vemos hoy en día, sea por naciones, estados, regiones o continentes ha producido una serie de cambios a escala mundial que afectan al conjunto de personas que desgraciadamente es dependiente, por un lado de la economía de dicha nación y región, y por el otro lado, de las políticas que dicho ente político lleva a cabo dentro de los límites de su jurisdicción que deben ser acatados por los habitantes; ambos factores instrumentos esenciales con los que se ha construído el Estado Moderno.
De todas las posibles desgracias que puede experimentar un Estado no hay ninguna peor que la política ineficaz. De hecho la crisis política de una nación es el origen principal de todas las demás crísis y calamidades. Muchas pueden ser las causas de una crísis política y algunas de ellas tienen que relacionarse forzosamente a la carente desición de sus líderes, las ambiciones desmedidas, la falta de vocación o incluso una administración inestable y mal manejada.
Centrando nuestra visión en la forma en que se desempeña un Estado encontramos por lógica inicial la división de poderes. Si tomamos como referencia el órgano institucional legislativo apreciamos que la política funcional de ese aparato radica de las propuestas que grupos políticos emanan. Estos grupos a su vez se dividen en el pleno y sus propuestas versan sobre leyes. Las leyes son el instrumento para esta institución que estipula y establece cada una de las normas y preceptos de obligado cumplimiento dentro de una sociedad. Así las leyes son un conjunto que rige la vida pública sea económica, política o social de un país.
Si analizamos el alcance de dichas leyes podemos ver al mismo tiempo sus objetivos. Esos objetivos radican sobre diversos temas que se llevan al pleno y se discuten para así crear la ley o leyes. Esos temas están destinados a ser un instrumento meramente escrito que puede cumplirse o no según sea el caso. Sabemos que en una región donde la ley está nulificada por el carácter económico, y que además éste factor tenga más peso que la misma ley, habrá crisis política supeditada al interés económico. Esto genera en su conjunto una serie de posibles esenarios en donde las leyes no surtan efecto, y que por lo tanto puedan ser emitidas pero no acatadas, aunque en la mayoría de los casos solamente sirvan como instrumento para regular la vida social. Sin un instrumento legislativo que tenga planeación, innovación, propuestas, desarrollo y sobre todo acción el país en cuestión se verá en la necesidad de depender de los problemas que surgan de la sociedad para ser resueltos cuando pueden atacarse mucho antes de que se presenten. Lo anterior es en esencia la renovación que el instrumento legislativo necesita fuera del contexto de la lucha de poderes de los partidos políticos para obtener el mayor número de curules y así imponer sus leyes, sin mencionar del aumento y regulación de sus prestaciones, evidencia que demuestra la falta de vocación que tienen estas personas para su sociedad.
Si el instrumento legislativo fuese menos peyorativo en cuando a sus propuestas y si se transformara en un recinto en el cual se creara ciencia en todas sus escalas profesionales tendríamos por consiguiente un lugar en el que personas de diversas ramas y profesiones crearían leyes no solamente por crearlas sino porque se necesitarían y estarían medidas, estudiadas, creadas, simuladas, probadas y aplicadas partiendo de la experimentación y el resultado efectivo. Hablaríamos de laboratorios que tendrían a los mejores cuerpos profesionales desarrollando leyes basados en la ciencia y que responderían a las necesidades verdaderas de la nación midiendo los riesgos, los beneficios, las necesidades principales y sencundarias, así como las distintas causas visualizadas a futuro y bien meditadas y estudiadas. Dicho recinto resaltaría porque ya no habría lucha de poderes ni divisiones o fracciones entre grupos o en su caso choques ideológicos entre corrientes de pensamiento pues estarían todas versadas sobre un mismo punto de vista y a su vez estudiadas y analizadas para que surtan efecto. Así hablaríamos de una Academia Legislativa en donde la creación de una ley sería estudiada por un grupo de profesionistas con antelación y vocación y no únicamente por un grupo de personas que planean a partir de las necesidades y problemáticas que sufre la sociedad precisamente por la falta de solución a ciertos aspectos que al no ser atendidos generan otra serie de conflictos que a su vez crean otros.
De esta forma la Academia Legislativa sería un instrumento institucional que brindaría un fuerte apoyo a la sociedad no solamente en el ámbito legislativo sino en el ámbito experimental y científico que impulsaría a la sociedad y al mismo tiempo atacaría los problemas en tiempo y forma.